Pablo Iglesias. Majaras y amargados

 

Publicado en 21 de febrero de 2016 en Publicoscopia

Dice un tuit de Pablo Iglesias que dice Monedero que Podemos es una fábrica de amor. No había oído ni leído nada tan delirante desde que el protagonista de “La conjura de los necios”, de John Kennedy Toole, propuso su solución radical para acabar con todas las guerras del mundo. ¿Hay alguien en su sano juicio que no sepa que el amor no se puede fabricar? Monedero, sin embargo, -o Pablo Iglesias, si la frase es suya y quiso adjudicársela a su colega- no duda en equiparar el amor a, digamos, el chocolate.

Lo mismo da puesto que se trata de hacer una frase que impacte al vulgo por su sonoridad y su carga simbólica. La palabra amor tiene una intensidad sonora como ninguna y, también como ninguna, transmite un mundo de significados que cada receptor interpreta según su propia experiencia. Para uno, el amor es la cosa esplendorosa de Alfred Newman; para otro, como dijo Rafael Pérez Botija, “el amor desbarata tus grandes ideas…y te empuja a ser malo y te deja hecho mierda”. En fin, que la palabra da para mucho más que para mucho; da para todo. Y de eso se trata.

Como es sabido, todos los movimientos populistas, del signo que sean, se fraguan en torno a un líder carismático capaz de convencer al pueblo de la necesidad de un cambio radical que resolverá todos sus problemas desde el momento en que se le otorgue el poder a ese líder, único garante del cambio radical. El cambio empieza por el lenguaje. El vulgo debe percibir una nueva forma de expresión y de comunicación para aceptar que ese líder y los suyos y sus propuestas son nuevos de estreno y no tienen nada que ver, por lo tanto, con la rutina agobiante que ha tenido que sufrir toda su vida. Ese líder que va a cambiar el mundo se viste como el pueblo, habla como el pueblo, hasta parece que uno se pudiera acercar a él sin que se interpongan los guardaespaldas. Uno está en una asamblea entre cientos de personas, y allí, atrás y en el centro, está el líder arengando con tal fuerza y ardor que si uno fuera futbolista, saldría al campo a ganar de todas todas. Uno no ha podido acercarse a él entre tanta gente, pero lo ha sentido tan próximo que ni el cuñado. Ilusión, esperanza, grita el líder, y a uno le parece que todo se puede. Se pueden gastar miles de millones para que todos vivan dignamente. Dicen los cenizos que no hay dinero. Pero dinero hay de sobras si se dejan de pagar las deudas. Pero si se dejan de pagar las deudas, no nos volverán a prestar, dicen los aguafiestas. No nos hará falta porque pagarán los que más tienen. Los que más tienen marcharán y nos quedaremos solos oyendo arengas y repitiendo eslóganes, soportando nuestra miseria sin quejarnos porque nos tenemos que sacrificar por el bien común y el que se queja es insolidario y egoísta y es un traidor del régimen antiguo que se infiltra entre los ciudadanos para apartarles del camino hacia el mundo nuevo. La verdad única del líder, promulgada con los argumentos indiscutibles de la demagogia, no puede cuestionarse sin atentar contra el bien de todos porque dice el líder que es la verdad en la que todos los ciudadanos creen, porque el líder no es otra cosa, en realidad, que el portavoz y defensor de lo que quiere el pueblo.

No entiende Iglesias, dice, que Pedro Sánchez no le permita, como vicepresidente, fiscalizar a jueces, fiscales y policías exigiéndoles compromiso con el gobierno del cambio. Vamos a ver, si los partidos y las mareas y los grupos del cambio son la voz de los ciudadanos, quien cuestione su verdad actúa contra toda la ciudadanía. Lo mismo pasa con la radio y la televisión. Si no se comprometen con la verdad única del gobierno del cambio, emitirán falsedades, y eso, como todos comprenderán, no se puede permitir. Uno se pregunta con estupor, ¿estará este hombre tan mal de la cabeza que supone a sus colegas todos locos?

 

A cualquiera que se detenga a reflexionar sobre las pretensiones de Iglesias y los suyos le resulta evidente el peligro que correría la democracia si llegaran al poder. Tan evidente, que esos mismos líderes desprecian la falta de criterio de quien se traga sus falacias y sus mentiras sin cuestionarlas. Les ha costado tiempo y trabajo buscar las palabras precisas, elaborar los mensajes que con mayor efectividad provoquen reacciones emocionales, como el mismo Pablo Iglesias admite en una entrevista que se encuentra en Youtube en la que cuenta cuál es su secreto. Las frases que tan cuidadosamente preparan él y sus compis, como dice, están concebidas para agitar las emociones del vulgo ignorante que no quiere o no puede someter a un análisis crítico lo que le dicen los líderes. Por eso, porque los líderes lo saben, quien se traga sus palabras sin más es para ellos gentuza a la que se puede manipular para que acate y haga de altavoz de su propaganda. En otra entrevista, Pablo Iglesias cuenta la anécdota de una trifulca en la universidad, en la que algunos profesores tuvieron que pegarse contra lo que él llama “un grupo de lúmpenes, gentuza de clase mucho más baja que la nuestra”. No cabe duda de que Iglesias y los suyos comparten una postura elitista; como no cabe duda de que se lanzaron a la vida pública dispuestos a utilizar la superioridad de sus conocimientos para convencer a las clases más bajas a fin de obtener los votos que les permitieran ganar el poder. Otra vez es el mismo Iglesias el que confiesa que no es el bien de los ciudadanos lo que en primer lugar le motiva: “Toda nuestra actividad política se ha dedicado a ver cómo podemos ganar”, dice. Nuestra rancia y torpe derecha ha insistido con denodada estupidez en advertir del peligro que correría el país si Podemos llegara al gobierno, con mensajes obviamente dirigidos a causar en la ciudadanía el miedo a votarles. Advertencias que a Iglesias y los suyos les van de perlas porque si algún opinante responsable advierte de lo mismo, basta con decir a la gente que el tal es de la casta y que miente para causar miedo.

No hace falta ser de derechas para que aterre la posibilidad de que esos que se llaman antisistema lleguen al poder. No es destruir el sistema lo que persiguen; es aprovecharse del sistema que tenemos en su propio beneficio. En Youtube pueden verse decenas de vídeos en los que Iglesias manifiesta sin tapujos la envidia que le producen los líderes populistas latinoamericanos que han ganado en sus respectivos países, y su intención de importar ese tipo de régimen a España. Esos líderes no han abolido el capitalismo; lo que han abolido es la democracia. Lo que aterra de Iglesias y Podemos con indiscutible razón es que puedan utilizar el poder para privarnos de nuestras libertades, instaurando un pensamiento único y la persecución, incluso penal, de los disidentes.

¿Puede Pedro Sánchez pactar un gobierno de coalición con gente así? Pedro Sánchez ha dado y está dando sobradas muestras de que sabe perfectamente lo que tiene que hacer. Cualquier consejo sobra, venga de donde venga. Es Pedro Sánchez quien recibió del Jefe del Estado el encargo de formar gobierno y hasta que haya cumplido con la responsabilidad que aceptó, quien pretenda dirigir sus pasos no hace otra cosa que ponerse en ridículo. El momento llegará para que la militancia de su partido opine sobre sus decisiones. Y es probable que también llegue el momento en que la ciudadanía tenga que volver a votar. Sólo cabe, en ese caso, esperar que se aclare un poco más el pensamiento de los electores para evitar que vuelvan a repetirse resultados similares a los que nos metieron en este callejón sin salida.

¿Queremos que la política en nuestro país sea otra vez un alegre mosaico de colores y nuestros políticos un grupo más o menos heterogéneo en el que se pueden encontrar, otra vez en los primeros lugares, personajes desquiciados por el ansia de poder que nos ofrezcan espectáculos diarios, poniéndose en evidencia como si estuvieran en un Gran Hermano de aspirantes a la presidencia?

Otra experiencia más como la que estamos viviendo y puede que la mayoría acabe majara, lo que podría ser divertido para quien no tenga una familia que mantener o la ambición de montarse una vida digna. Quien comprenda la tragedia que supone para el país contar con una mayoría irresponsable que igual vuelve a votar a un partido corrupto que ha destrozado la vida de millones, como vuelve a votar por quienes le ofrecen fábricas de amor, puede que acabe, además de majara, amargado.

 

 

 

Hubo una vez

Se fue Omar Sharif. Para mi era un símbolo, tanto que le tengo en varias de mis contraseñas en diferentes lugares de la red. Omar Sharif era el recuerdo de que hubo una vez.

Hubo una vez en en que todo era…joven. La verdad es que importaba muy poco cómo las cosas eran de verdad. Importaba cómo se vivían, y se vivían en la imaginación. De pronto, todo el poder del universo se concentraba en unos ojos y el resto de la vida no podía ser otra cosa que mirarlos.

Luego  aparece la lucha cotidiana barriendo sueños, ilusiones   con la vulgaridad, la grosería  de una escoba. Pero no es basura lo que barre, y no acaba en la basura. Los recoge la memoria y los guarda en su lugar más obscuro, más sagrado. Y allí viven, siguen viviendo y vuelven a aparecer cuando los creías muertos y te recuerdan que hubo una vez en que el silencio decía que nunca más haría falta palabra alguna para entender lo que te estaban diciendo unos ojos y lo que les estaban diciendo  los tuyos.

Hubo una mañana en que despertaste con la cara en el cielo y sentiste una emoción tan intensa que no era posible que estuvieras viva y en la tierra, y tardaste, Dios sabe cuanto, en darte cuenta de que lo que tenías frente a tus ojos era la chaqueta de un pijama azul celeste. Hubo un mediodía en que una ciudad inmensa desapareció cuando bajaste del tranvía y miraste hacia tu ventana y  viste sus ojos mirándote; te estaban esperando, y el ansia de subir te clavó los pies y no podías moverte. Hubo una tarde en que llamaron a la puerta y abriste y era él que volvía de viaje un día antes de lo que le esperabas, y cuando se acercó a abrazarte, el mundo, literalmente, desapareció. Horas después reíais como locos porque habíais comentado varias veces, con la seriedad de estudiantes de primero de medicina,  que  los desmayos de las mujeres del XIX tenían que ser fingidos. Hubo una noche en que salisteis del cine ahogados de emoción, los dos. Una actriz cantante casi desconocida os había hecho reír y llorar en el mejor musical que habíais visto, y habíais visto muchos. Se llamaba Barbara Streisand y el protagonista era el ya consagrado Omar Shariff. En la última escena de la película, Barbara Streissand se ganaba con creces el Oscar que le dieron ese año. Hubo una mañana siguiente en que corrimos a una tienda de discos a comprar la banda sonora de Funny Girl. Hubo muchos días escuchando, cantando esas canciones y tantas otras porque no sabíamos vivir sin música. Hubo una vez en que tenías diecinueve años.

Si  uno  lee algo así cuando es joven y la historia sigue hasta terminar en un final lacrimoso, uno siente una profunda lástima al pensar que cosas tan maravillosas puedan acabar mal. Cuando uno las recuerda siendo viejo se da cuenta de que nada se acaba, todo sigue viviendo como parte de una vida que tal vez durará eternamente.

La vida siguió. Hubo otros amores, de otra manera, otros instantes de ensueño para recordar. Siguen ahí, en el mismo sitio sagrado donde la memoria me ha guardado para siempre a Omar Shariff.

Buenos días, amigos

Las circunstancias han decidido casi siempre por mi que tenga que nadar contra corriente y fuera de tiempo. Así que como empieza el fin de semana, me toca ponerme a trabajar en los tres artículos que tengo empezados. Lo más difícil es evitar la repetición. Hace cuatro años que la mayoría nos metió en el círculo vicioso de recortes, privatizaciones, represión, corrupción que han desmoralizado a los ciudadanos y que están degenerando los valores y las costumbres de nuestra sociedad. Hace cuatro años que vivimos mareados dando vueltas. a la misma noria. De pronto irrumpe el asunto griego y los medios se sumergen en él como en agua de mayo. Algo nuevo. ¿Nuevo? Desempleo, miseria, patriotas sacando el dinero del país y quien puede guardándolo bien a buen recaudo  en paraísos fiscales. ¿Nos suena?  Bueno, lo que se dice nuevo, no; lo nuevo es que eso está pasando en Grecia, no aquí. Mientras columnistas y tertulianos sigan dando vueltas al tema, podemos sentirnos aliviados, como cuando vemos una tragedia en teatro o cine y nos lo pasamos mal un ratito y a lo mejor hasta lloramos, pero salimos del espectáculo con el alivio de pensar que eso no nos está pasando a nosotros.

Pero sí nos está pasando. Millones de españoles están viviendo una tragedia, igual que los griegos. Y más vale que tengamos muy presente que si la mayoría vuelve a dar el poder al PP, la mancha negra se seguirá extendiendo sobre la sociedad y puede que dentro de cuatro años más estemos todo tan pringados que tardemos dos décadas en limpiar el chapapote.

Y me pongo con mis artículos para Publicoscopia porque resulta que aquí estoy escribiendo otro. Es que no puedo parar de escribir para quitarme la mala conciencia por no ir a las manis. Pero el caso es que para trasladarse desde mi pueblo a  Barcelona,  hay que tener 70€ para el autobús y la Agencia Tributaria no me los da. A principios de julio, un mes que prometía librarme de preocupaciones, Penguin Random House me ingresó 2.300€ de liquidación anual de derechos de autor por una traducción de años ha. Voy a cobrar y en La Caixa me dicen que la Agencia Tributaria me lo ha embargado todo por una deuda con la Seguridad Social. O sea, que me siento tan griega como cualquier griego. Al estado no le importa que uno se quede en los huesos o se vaya al otro mundo. Si debe, que pague. Eso sí, el humor no me lo pueden quitar.

Me pongo a escribir para poder dar la tabarra el domingo para que me lean porque, esté como esté y no tenga lo que no tengo, me siento divinamente haciéndome creer que lo que escribo puede cambiar el mundo.

Feliz finde, amigos y compañeros. A disfrutar con el nuevo logo del PP, profundo cambio que indica que las cosas van a cambiar radicalmente.

Confidencias

Hace un año y unos días, recibí un mensaje privado pidiéndome una colaboración periódica en Publicoscopia. No conocía el diario. Fui a verlo y me encontré con firmas conocidas y otras que no había visto nunca, pero todos los artículos tenían una calidad indiscutible. Acepté enseguida.

Hoy hace un año que empecé a escribir para Publicoscopia. No es el New Yorker ni El País, es un diario digital donde dan su opinión un puñado de personas que cree en lo que escribe y que escribe con la esperanza de estimular a los lectores a la reflexión y al compromiso. La calidad de los artículos ha sido para mi un acicate para intentar hacerlo lo mejor posible.

Con el primer artículo que Pedro Fernández me  publicó, mi vida dio un giro tan crucial que me encontré de pronto sintiendo que algo o alguien me dice, día a día, que mi vida ha valido la pena.  No exagero.

Junio de 2014 me llegó habiendo tenido que cerrar mi academia por no poder hacer frente a los gastos y con mi familia deshecha. Cualquiera que juzgase mi situación a los 65 años llegaría la conclusión de que mi vida había sido un fracaso, profesional y personalmente.  Os cuento.

Empecé Ciencias Políticas en la universidad, pero no terminé. Empecé otras dos carreras con el mismo resultado. No supe aprovechar la oportunidad de acceder a enseñanza superior que hoy tantos desearían tener y no pueden. Tenía una visión humanística de la universidad y el sistema  me decepcionó.

Desde que me conozco, nunca me planteé hacer otra cosa que escribir. Para escribir me preparé leyendo, sin tener otro hobby que la lectura. Mi sentido práctico, prácticamente inexistente, solo me alcanzó para entender que si quería escribir, tenía que hacerlo lo mejor posible y que la única forma de aprender era estudiando los textos de quienes sabían escribir.

Pero hasta aquí llegó mi sentido práctico. No me dijo que para vivir de la escritura era necesario publicar y que para publicar hay que escribir algo muy comercial o tener contactos o pertenecer a un círculo que pueda ayudarte, como por ejemplo, un partido político, la universidad. Eso lo aprendí al cabo de muchos años, cuando ya era demasiado tarde. Iba de creída. Si todos me dicen que escribo muy bien, ¿por qué tengo que ir a presentaciones de libros y cosas así; por qué tengo que suplicarle a un editor…? La vida me contestó dejándome las cosas bien claritas, demasiado tarde. Mientras tanto, mis cajones se iban llenando de manuscritos. Alguna vez sufrí ganas de rendirme y recurrí a la dramática catarsis de quemar cosas. Las llamas se llevaron al éter novelas, libros de cuentos, poemas. En buen sitio están. Nunca tendré que avergonzarme de mis balbuceos de juventud.

En 1985, por una coincidencia casi tan esotérica como para llamarla serendipia, un editor me encargó una obra en tres tomos, de esas que se vendían por fascículos. Fui la única autora, pero figuro como directora de la obra. Iba a precio fijo renunciando a derechos de autor. Eran otros tiempos, antes de la ley de propiedad intelectual. Tenía una familia que dependía de mi   y necesitaba el dinero desesperadamente. Acepté y estuve un año escribiendo a destajo, aprovechando cualquier resquicio que me dejaba el tema obligado para decir lo que quería decir. El editor bautizó a la obra con el nombre de «El poder de la mente». En el último fascículo, mi ego o mi autoestima o como quiera llamársele, me impulsó a poner una fotografía en la que aparezco con la ilustradora con un pie que decía quién había escrito el libro y quién lo había ilustrado. Creí que no iban a publicarla, pero coló. El editor ni se miraba los manuscritos que yo enviaba.

En 2006 empecé a escribir la biografía de un hombre muy importante para mi. La escribí con la intención de publicarla como fuera antes de abril de 2009. Requirió tanta investigación como cualquier biografía que quiera ser rigurosa. Además del buceo por archivos, abrí un bloc pidiendo que quien hubiera conocido  a mi biografiado, me contara cosas. Enseguida empezaron a llegarme anécdotas, opiniones. Y un día recibí un mensaje de un hombre que me contaba que había leído «El poder de la mente» en su adolescencia y que el libro le había orientado;  le había, como se dice, cambiado la vida. Me emocioné hasta las lágrimas.  De ahí en adelante, seguí recibiendo mensajes parecidos, un goteo de mensajes que me decían más o menos lo mismo. Cada uno de ellos me confirmaba que todos mis esfuerzos por aprender y el esfuerzo de escribir aquel trabajo, habían valido la pena.

La biografía se publicó en 2009. La publicó una editorial creada con ese propósito. Todos los ejemplares que se pudieron imprimir se vendieron. 2009 fue un buen año porque fue un año de ilusión. Pero otra vez mi carencia casi absoluta de sentido práctico me pasó la cuenta. Por error de cálculo, me vi cargada de deudas. A pesar de una lista considerable de personas que me pedían el libro, nunca pude publicar una segunda edición.

De ahí en adelante, mis circunstancias personales se convirtieron en letra de tango. Las cosas me fueron cuesta abajo hasta llegar a lo que mi madre, muy madrileña ella, llamaba complete disaster. Curiosamente, en vez de actuar en mi contra, mi falta de sentido práctico me ayudó. Cada vez que me atacaba la lucidez haciéndome ver el panorama como era, la parte menos lúcida de mi se rebelaba. No podía ser que mi lucha feroz por la supervivencia, desde el estreno de mi uso de razón hasta los sesenta y cinco años, fuese a acabar en rotundo fracaso.

Y un día de 2014, tal día como hoy, encontré´un mensaje privado en Twitter. Pedro Fernández me pedía que colaborara en Publicoscopia.  Creo que cualquiera que tenga un poco de empatía comprenderá lo que ha siginificado para mi publicar lo que escribo, saber que hay quien lee lo que escribo, poderme creer que lo que escribo tal vez producirá algún efecto positivo como lo tuvo aquel texto de «El poder de la mente».

En lo peor de la mala racha, tenía que recordarme cada mañana cosas que había hecho bien a lo largo de mi vida, para no sucumbir al veredicto de fracaso que las circunstancias querían meterme en la cabeza. Lo primero que me aparecía siempre era mi hijo, luego los alumnos a quienes intenté inculcar algunos valores mientras les enseñaba inglés. Como madre y maestra lo había hecho bien, a pesar de todos mis defectos, porque tuve la inmensurable suerte o lo que sea de haber nacido con una gran capacidad de amar y el amor me ha permitido cometer menos errores de los que hubiera cometido si la gente no me hubiera importado tanto.

Así que a los 66 y en el aniversario de mi primer artículo aparecido en Publicoscopia, puedo decir que he triunfado. No es el New Yorker ni El País, pero ni falta que le hace. Somos un puñado de personas que escribimos porque nos importan los demás y queremos ayudar como mejor sabemos y podemos. Nuestra vida vale la pena.

A Pedro, a Marcial y a mis lectores, gracias.

Os dejo el enlace a lo que he hecho durante este año de artículos dominicales.

http://www.publicoscopia.com/opinion-politica/itemlist/user/1037-mar%C3%ADa-mir-rocafort.html

Que las cabezas nos salven

Buenos días amigos

Me acaba de comunicar el dire de Publicoscopia que el sábado y el domingo no se publica. Mi artículo dominical tiene que llegarles hoy antes de las 23:30.

Tendré que suspender las clases de la tarde y encerrarme. Quería escribir dos artículos, uno para el sábado y otro para el domingo. Pero lo que en la lotería genética le tocó de buho a mi cerebro, me llegó atemperado por una lentitud de tortuga. Así que tendré que resignarme a que se publique un solo artículo. ¿Por qué quería dos? Me explico

Superada la edad en que me iba a comer el mundo, estoy en una etapa que podría calificarse de  megalomaníaca en la que me he dado a creer que mis artículos pueden operar cambios profundos en las personas y, por ende, en la sociedad. ¡Criaturita de Diós! Y es que un día me creí una frase cuyo autor ahora mismo no recuerdo. Decía: «No puedes cambiar el mundo, pero escribe como si pudieras».

Total que llevo quince días dándole al tarro buscando palabras para convencer a 36 millones de votantes, más o menos, de que voten con la cabeza para que este país no se vaya a la mierda con todos dentro.

Es decir, que me he tomado muy en serio la situación catastrófica en la que vivimos por más que millones de barrigas llenas se nieguen a verlo. Que estoy convencida de que el desastre sólo puede detenerlo el voto responsable. Que el voto responsable depende, naturalmente, de la reflexión. Que nuestro futuro inmediato depende, por lo tanto, de que la gente se decida a pensar antes introducir su papeleta el domingo.

En fin, que me pongo a ello con la intención de ayudar a  pensar y de que los que piensen se pongan desde hoy hasta el domingo a inducir a vecinos, amigos y parientes a ignorar las tripas hasta el lunes y votar el domingo con la cabeza.

Que paséis un buen finde reflexionando para sentiros satisfechos de vosotros mismos, es decir, felices.

Un abrazote

De los gatos y el amor

Estoy contenta. Ha venido Pancracio, el viudo de Sustos. Se ha puesto en la ventana, como siempre, a esperar comida. Está flaco, sucio y con señales de peleas. El precio a pagar por los excesos de la primavera. No sé si se preguntará dónde está Sustos; por qué no sale. Tuvieron una relación de unos cuatro años porque Sustos solo iba con él. No sabe que volvió una noche a casa, se echó a dormir y ya no despertó. No le puedo decir que me gusta creer que el alma de Sustos está en alguna parte y que allí la volveremos a encontrar.

Recuerdo otras parejas que vivieron en casa; familias felinas, caninas. Si algún fundamentalista obtuso lee esto, ¿en qué casilla las pondría?¿Familias con problemas? O tal vez se opondría a que las llame familias. Una familia es, para ese tipo de trastornados, un hombre con una mujer y su prole. Dijo el dios de esa gente: «creced y multiplicaos», lo que les hace entender que una pareja que no puede reproducirse no es una pareja normal. Para ellos, el fin de la cópula es la reproducción y no puede ser otra cosa. Como la cópula entre perros, gatos, vacas, caracoles.

Un día, hace muchos años, cuando mi mente era una esponja nueva que todo lo absorbía, alguien me dijo que el sexo entre seres humanos debía ser la consecuencia del amor. Me lo creí, me lo sigo creyendo. Después lo he repetido muchas veces, a mi hijo, a mis alumnos, en conversaciones con amigos. Algunos interpretan que es una concepción estrecha, limitante. A mi me pareció infinita porque el amor es infinito. Mi madre contribuyó a grabarme esa idea en el alma. Repetía con frecuencia la frase de San Agustin: «Ama y haz lo que quieras».

La Iglesia pronto comprendió el peligro de unas palabras que abren todas las puertas para que el alma vuele con absoluta libertad. Enseguida surgieron los comentaristas cerrando por aquí y por allá puertas y compuertas. El texto de Agustín no dice «quieras», dice «quieres», puntualizan y a eso le sacan punta para decirnos cómo se debe querer. Como si a la voluntad le importara el subjuntivo o el indicativo. «Ama y haz lo que quieras» parece justificarlo todo, cierto. Pero no se trata de una coartada, a menos que uno quiera engañarse a sí mismo. Porque la condición previa para hacer lo que uno quiera es amar  y el amor no acepta definiciones a conveniencia.

La pregunta ¿Qué es el amor?, solo encuentra respuestas parciales. Esfuerzo inútil preguntarlo porque el amor que cabe en una definición no puede ser amor. El amor no cabe en parte alguna, ni siquiera en la mente. Es indefinible como la existencia. Existe en el que ama y solo terminaría con la muerte si es que la muerte termina con todo. Pero si el alma es eterna, también será eterno el amor.

¿Qué tendrán los gatos que instigan a filosofar? Pancracio me ha metido en un jardín en el que estaría horas dando vueltas. Pero hoy es sábado y toca artículo. Además, sé que por vueltas que diera, no llegaría a ninguna parte. El amor no se puede meter en la horma de la prosa. Siendo infinito, solo la infinitud de la poesía permite comunicar la emoción del uno para que la viva la emoción del otro.

Así que antes de ponerme a trabajar, os dejo mi poema de amor favorito.

How do I love thee? Let me count the ways.  de Elizabeth Barrett Browning (1806-1861)   (traducción abajo)

I love thee to the depth and breadth and height
My soul can reach, when feeling out of sight
For the ends of Being and ideal Grace.
I love thee to the level of everyday’s
Most quiet need, by sun and candle-light.
I love thee freely, as men strive for Right;
I love thee purely, as they turn from Praise.
I love thee with a passion put to use
In my old griefs, and with my childhood’s faith.
I love thee with a love I seemed to lose
With my lost saints, — I love thee with the breath,
Smiles, tears, of all my life! — and, if God choose,
I shall but love thee better after death.

¿Cómo te amo? Déjame contar  las maneras.

Te amo hasta la profundidad, la amplitud, la altura

que mi alma puede alcanzar cuando busca a tientas,

más allá de la vista,

el fin del ser y de la Gracia ideal.

Te amo al nivel

de las necesidades diarias más  calladas,

junto al sol y a la luz de una vela.

Te amo libremente,

como luchan los  hombres  por lo  justo.

Te amo con la pureza

con la que se rechazan los elogios.

Te amo con la pasión  de mis dolores viejos,

con la fe de mi infancia.

Te amo con el amor que creí haber perdido

cuando perdí a mis santos.

Te amo con la respiración,

las sonrisas,  las lágrimas de toda mi vida

Y, si así Dios lo quiere,

aún te amaré más después de muerta.

Feliz sábado. Un abrazo

Al borde del precipicio

Buenos días, amigos
Estoy escribiendo el artículo del domingo. Como he dicho de algún otro artículo, le tengo fe. Eso quiere decir que, ingenuamente o no, quiero hacerme creer que a algunos, por poquitos que sean, les puede ayudar a reflexionar. Por eso, no espero que mis artículos de los domingos surjan de chispas de inspiración. Todos me han costado, como mínimo, dieciséis horas de trabajo. Si de algo no presumo es de velocidad.
El artículo de este domingo me ha puesto solemne. No es para menos. La situación actual es la de una sociedad al borde del precipicio. Depende de la mayoría que demos un paso atrás para salvarnos o un paso adelante para acabar de precipitarnos a un fondo de lo más negro.
Como ahora ya sé que tengo algunos, aunque poquitos, lectores fieles, voy a pedirles que lean un artículo que escribí en marzo porque permitirá entender mucho mejor lo que publicaré el domingo.
A todos pido que difundáis, no mis artículos si no la idea primordial: en estas elecciones nos jugamos la calidad, la humanidad de nuestra vida. No se puede votar a lo loco ni por indignación ni por miedo ni por inercia. Hoy como nunca, la situación nos exige votar con la razón.
Que paséis un buen viernes y un buen finde. Un abrazo

http://www.publicoscopia.com/opinion-politica/item/3457-es-la-ideologia-estupido.html
http://www.publicoscopia.com/opinion-politica/item/3457-es-la-ideologia-estupido.html

Hoy es un día especial

Tengo este bloguito abandonado. Lo abrí para hablar con los amigos a primera hora de la mañana, para empezar el día con el calorcillo del diálogo porque siempre hay alguien que comenta lo que escribo, y yo comento lo que escriben y la conversación me ameniza el desayuno; unos desayunos casi siempre convulsos porque, mientras tanto, escucho la radio y me cae encima la avalancha de noticias, de opiniones. El problema es que noticias y comentarios me excitan el cerebro y tomo notas y se me ocurren ideas para artículos y no encuentro tiempo para el bloguito.

Pero hoy es un día especial. Hoy me concedo el lujo de hacerme un hueco para hablar de mi persona.

En primer lugar, el sol me lucirá más brillante y el día tendrá el aroma de misterio que para mi tiene lo griego. Hoy viene a España Varoufakis. ¿Qué pasa? ¿Que no se puede fantasear a los 66 años? Pues sí se puede, faltaría más.

Claro que la vida se empeña en no dejar a los pies levantarse del suelo. Resulta que estaba desayunando alegremente (me chifla el desayuno), cuando empiezo a oír unos ruidos extraños fuera de la casa. Filomeno también estaba oyendo algo porque estiraba el cuello, movía las orejas y la cabeza, pero no ladraba. Estaban tan interesantes las noticias y los comentarios sobre las elecciones inglesas que me quise hacer creer que los ruidos venían del pueblo. Hasta que sentí unos golpes en la puerta que sale de la cocina al jardín. No eran los golpes de alguien llamando a la puerta,era otra cosa. Decidí salir por la puerta principal. Estaba a punto de bajar un escalón para asomarme al pasillo lateral del jardín cuando me hizo echarme atrás la cabezota de una vaca. Si, amigos, tengo todo el pasillo y la parte de atrás de la casa llena de vacas que se habrán escapado de un campo vecino. Ya las vendrán a buscar.

Tengo la sensación de que hoy va a ser un día de sonrisas. Que así sea para todos.

Un abrazote

Bonjour Tristesse

Nos ha amanecido gris y mojado por aquí. Abro  Twitter y lo primero que me encuentro en notificaciones es el título de mi artículo de hoy «Triunfa el Partido Popular». Decido posponer el desayuno. Mi padre decía que cuando algo te altera, no se debe comer nada. Y no comía. Sus comidas de los lunes eran mas frugales que de costumbre cuando perdía el Español. Pobre papa, el disgusto que se hubiese llevado ayer. Su ánimo estaría como el cielo de nácar sucio que nos está  oscureciendo el domingo.

Mi Filomeno está en la sala, tirado en un rincón. Sustos murió el lunes, probablemente por envenenamiento. No quise decirlo en Facebook para ahorrarme la tristeza de contarlo. El mismo lunes a mediodía recibí una pésima noticia. El martes, Filomeno empezó a dar señales de estar muy enfermo.  Las defensas de mi mente declararon la alerta roja. Cuando las cosas se ponen muy feas, mis defensas reaccionan provocando a mis emociones  una especie de coma inducido. Mi cerebro sigue funcionando con normalidad permitiéndome cumplir con mis obligaciones, mientras mis glándulas están muy quietas, en una especie de calma chicha, esperando a ver qué pasa.

El jueves vino el veterinario a casa y le echó un vistazo a Filomeno. No tiene nada físico. Físicamente está muy bien. Lo que le tiene postrado es una depresión. Filomeno no daba un paso sin su Sustos. Todos los movimientos del perro los provocaban los movimientos de la gata. Iba tras ella de la mañana a la noche y solo paraba cuando ella paraba. Ver a ese perrazo negro siguiendo  a la gatita escuchimizada de nacimiento que era Sustos me hacía reír por preocupada o molesta que estuviese. Por la noche se subían los dos a mi cama y Sustos, teniéndole acostado a su mismo nivel, empezaba a lamer a Filomeno y a restregar su cabeza contra la cabezota del perro. Paraba cuando se cansaba y entonces Filomeno le pedía más mimos con sus patas. El mismo ritual se repetía al amanecer.

Hace unos días, Sustos se vio impelida fuera de casa por las necesidades de su naturaleza. Cuando le venía el celo, salía por donde encontrara la forma de salir y se pasaba toda  la noche con Pancracio, un gato que nunca ha querido entrar en casa, pero al que alimento hace años poniéndole la comida en una de las ventanas. Filomeno saltaba de alegría cuando Sustos llegaba al amanecer y se quedaba todo el día con ella mientras la gata dormía la juerga. Sustos volvió el domingo por la noche. Le hicimos las fiestas de siempre cada vez que volvía. Pero Sustos no me devolvió los mimos. Se echó enseguida al lado de la estufa. Pensé que habría tenido una jornada más movida que las anteriores o que ya estaba acusando el cansancio por sus excesos. Me fui a la cama. Filomeno se quedó con Sustos en mi despacho. A primera hora de la mañana empezó a ladrar de un modo distinto. Bajé a ver qué pasaba. Me encontré a Filomeno intentando mover a Sustos con la pata. Sustos no se movía.

Muchas veces le dije a Filomeno que era un desagradecido porque era yo quien le daba de comer y apenas me hacía caso. Ahora, aún me hace menos. De repente aparece, me pone la cabeza encima de una pierna. Le hago unas caricias y Filomeno vuelve a la sala, a echarse junto a la puerta por donde vio que me llevaba a Sustos.

Pues bueno, ya está, ya lo he sacado.

Tenía yo unos diez años cuando le cogí un libro a mi madre, un libro del que todos hablaban con gran escándalo.  «Bonjour Tristesse». Era una historia que superficialmente se entendía sin dificultad. No me gustaron los enredos amorosos de los protagonistas y comparsas. El padre y la hija eran muy malos. La prometida del padre era muy buena. Cuando la pobre víctima de los dos se suicida, entendí el título y otras cosas más. Entendí lo que era la tristeza, sentimiento que hasta entonces no había identificado, y que la tristeza podía llegar una mañana para quedarse y vivir con uno toda la vida.

Pero ya tengo muchos más que diez años. Ahora sé que la tristeza, por profunda y crónica que sea, puede desaparecer, aunque sea por unos minutos, ante una alegría. Y sé que la felicidad puede vivir en su castillo sin que sentimientos como la tristeza o la alegría la puedan inmutar.

¿Cómo se le enseña eso a un perrito deprimido? Con mucho cariño, supongo.

Feliz domingo gris o con sol, los que hoy puedan disfrutarlo.

Aquí va mi artículo dominical

http://www.publicoscopia.com/opinion-politica/item/3960-triunfa-el-partido-popular.html

El milagro del amor

Hay costumbres que se vuelven ritos porque nuestra mente y nuestras emociones les confieren un significado especial. Pasa con el Día del Libro; más intenso aún en el Dia de St. Jordi en Cataluña por la vinculación de la lectura y el amor.

Recuerdo un Dia de St. Jordi firmando libros. Iba muy bien la venta y algunos estaban contentos porque se estaba haciendo caja. Yo estaba contenta, muy contenta también, pero por algo que me daba vergüenza confesar. Cada futuro lector que se me acercaba para que le firmara el libro me sonreía produciéndome esa sensación inestimable de sentirse apreciado, querido. Sé que mi presencia fue fugaz en la vida de esa gente. Que después de esos minutos de contacto que tal vez no se repetirían jamás, esa persona volvería a sus asuntos y yo no tendría ninguna importancia en su vida. Pero por un instante nos miramos, nos sonreímos, nos provocamos mutuamente una alegría. Me gusta creer que la huella de esos instantes que hacen nuestra vida más humana, puede durar toda la eternidad.

Ayer escribí una artículo y se lo ofrecí al dire de Publicoscopia. No iba de opinión política, como mis artículos dominicales. Pero el dire lo quiso publicar. Me salió del alma y quise dejarlo casi tal cual salía. No está ni pulido, está con las palabras con las que salieron lo que sentía. El primer enlace se lo mandé a mi hijo, como  hago en las madrugadas de los domingos. Estábamos los dos en el chat de FB. Se fue enseguida a leerlo como también hace siempre. Volvió con exclamaciones. Fue tal su reacción que si hubiese estado en casa, le habría dado una tila. Me fui a la cama con la ilusión de que lo que escribí consiguiera impresionar a alguien más, aunque fuera una sola persona. No por bien escrito, solo porque  le llegara al alma. Aquí dejo el enlace con esa esperanza.

https://www.facebook.com/sharer.php?u=http%3A%2F%2Fwww.publicoscopia.com%2Fopinion-sociedad-vidas-gentes-medio-ambiente-ciencias-salud%2Fitem%2F3931-la-bofetada-de-dios.html&display=popup&ref=plugin

Y como me gustan ciertos ritos y el de St. Jordi, uno de los que más, os dejo aquí una rosa y un regalo que le puede gustar a quien le gusta la poesía. Si alguien quiere mi libro «El reino nuestro», una antología de poemas que escribí a lo largo de muchos años, solo tiene que pedirlo a mariapmir@gmail.com y se lo envío en PDF.

Feliz día de St. Jordi, feliz Día del Libro. Que un libro bien escogido y una rosa obren hoy el milagro del amor en todos vosotros.Rosa_'Mister_Lincoln'_1964